Sobre lo político y lo psicosocial: un análisis sobre la transformación crítica de la sociedad

¿Usted vota guiado por sus emociones o vota guiado por la razón? La forma como se configuran los sistemas de creencias en cada territorio codifica la forma como una campaña política intenta “detonar” el voto. 

La Psicología Política reúne un conocimiento aplicado que se pregunta por la subjetividad presente, precisamente, en la conducta política. Existen temáticas de investigación propias que van complejizándose de la mano de los procesos de transformación digital, por ejemplo, todo lo relativo a la comunicación y el comportamiento electoral. En este sentido, hay mucho interés en la forma como los equipos de comunicación trabajan en función de los canales a su alcance: por ejemplo, un Plan de Comunicación Política tiene capítulos diferenciados para redes sociales, blogs o sitios Web y medios “tradicionales”. El mensaje central se matiza según el canal que lo difunde.

Parte del saber lentamente acumulado por la Psicología Política nos habla, incluso, de emociones distintas que se ponen en movimiento cuando el mensaje se difunde y replica por las redes sociales, donde una historia (formada por la opinión de los usuarios) puede ir tomando forma a partir de un estímulo inicial. Por ejemplo: un ejercicio investigativo puede monitorizar una muestra representativa de cuentas en redes sociales, alrededor de una noticia, un acontecimiento o un relato concreto, con objeto de identificar expresiones, palabras, etc. relacionadas con emociones específicas. Investigaciones de este tipo han descubierto contenidos de ansiedad generados a través de las redes sociales en coyunturas caracterizadas por inestabilidad política.

RAZONES Y EMOCIONES

Ahora bien, existe cierta relación entre comunicación política y estudios de comportamiento social. Hablamos de vínculos cuyo punto central era resumido por el profesor Carlos Andrés Arias, en su intervención del 29 de agosto del 2019 para el Simposio Gremial: Psicología política y marketing, en el Colegio Colombiano de Psicólogos, con el siguiente interrogante: ¿Cómo vota usted, orientado por razones o por emociones?

Posiblemente, la mayoría de los expertos saben que los ciudadanos acuden a las citas electorales guiados por sus emociones. Es conocido que la mayor parte de las personas no leen los documentos que componen la plataforma ideológico-política de los partidos, ni sus programas electorales. Se acude a votar motivado por enmarcamientos construidos desde los medios de comunicación o por mensajes directos de equipos de comunicación, como parte de maquinarias de campaña.

Básicamente, podría afirmarse que no contamos con un comportamiento plenamente racional en términos electorales, ciudadanos, etc. Por supuesto, en la esfera de la política pública y la propia comunicación política existen construcciones desde la reflexión, pero no desde las dinámicas electorales.

¿Cómo se construye el mensaje que gana elecciones? Como sabemos, la imagen pública y política puede edificarse mediante técnicas de observación e investigación cualitativa. En efecto, la técnica cualitativa permite explorar la emoción, la pulsión, los sistemas de creencias y los bagajes culturales asociados al comportamiento de índole político en cada territorio, estos factores vendrán a determinar los criterios de elección y decisión. En suma, los sistemas de creencias en un determinado contexto sociocultural pueden orientar el voto.

La forma como se configuran esos sistemas de creencias en cada territorio codifica la forma como una campaña política debe “detonar” el voto.

El voto, ese capital tan determinante en las actuales lógicas de poder, no va a definirse por el plan de Gobierno presentado por la organización ni el candidato. Las grandes consultoras dedicadas a trazar y ejecutar campañas que pretenden construir una llegada al poder lo saben bien: cuando el candidato-líder basa su campaña en desgranar, exponer y agitar su programa de Gobierno se reducen drásticamente las posibilidades de tender un puente emocional con el ciudadano. Las personas no votan por lo que encuentran escrito en los papeles o las cartas que llegan a su buzón en época de campaña, votan de acuerdo con sus sistemas de creencias y anclajes culturales.

Las emociones pesan más que los planes de Gobierno, donde se suman todos los ejercicios pensantes, razones y reflexiones de la organización. Todo esto viene a decir algo de la mayor complejidad: la Psicología tiene mucho que decir sobre campañas políticas. Softwares especializados, mapas mentales, técnicas de observación, reconstrucción de árboles de categorías, investigación sobre creencias y patrones culturales y sociales, etc. resultan ser cuestiones que permiten edificar un mensaje político tremendamente persuasivo; que puede “detonar” los componentes de elección y decisión y los elementos actitudinales en lo que entendemos por fenómenos de naturaleza política.

SISTEMAS DE CREENCIAS

Refiramos brevemente a los sistemas de creencias, aspecto profundizado por el profesor Arias en su conferencia, antes nombrada. Grandes constructos como la Ciencia, la Filosofía o la religión pueden considerarse en algún momento como sistemas de creencias que intentan formular explicaciones sobre la existencia y la experiencia humana, generando normativas sobre la forma como se regula nuestra actividad y sistemas de respuesta ante los estímulos del entorno (esto incluye, claro, la relación con los otros). Los sistemas de creencias son extraordinariamente fragmentarios, adquieren variedad de matices y variantes “locales”.

Cierta lógica moderna, ilustrada, nos diría que los sistemas de creencias van transformándose o desechándose debido a la idea de progreso. Jung argumentaba que “todas las épocas piensan que las épocas precedentes estaban prejuiciadas, y hoy día más que nunca, y estamos tan equivocados como las épocas previas que así pensaban” (Jung, 1973). En otras palabras, aunque estemos en plena época de la transformación digital, los sistemas de creencias son una especie de “mezcla permanente” entre lo antiguo y lo nuevo. Todos los grupos humanos tienen distintas dosis de “tradiciones” viejas presentes en sus sistemas de creencias.

Puntualicemos, como algo muy importante, que la forma como nos acercamos al conocimiento está gobernada por nuestros sistemas de creencias. Esos sistemas contienen una serie de supuestos que explican nuestra experiencia, al ser un conjunto de elementos interrelacionados entre sí. Los acontecimientos son expuestos y sometidos a los supuestos de los sistemas de C, de entre ellos elegimos una explicación para ellos, que tendrá un peso muy grande en los criterios de elección y selección.

Todo esto representa una especie de círculo: la forma como elegimos esa explicación, que se relacionará con una conducta X ante el estímulo, depende de que aquélla sea coherente con el universo de ideas preconcebidas, las percepciones y los marcos político-ideológicos con los que leemos la realidad. Es decir, la elección no puede contradecir nuestros propios contenidos racionales e irracionales. 

En resumen, los sistemas de creencias representan esquemas cognitivos que nos dicen cómo es y debería ser la realidad, y cómo actuar en ella. Por ejemplo, para parte del público el término “Europa” remite a connotaciones en clave progresista, liberal o democrática (libre circulación de personas y mercancías, seguridad, políticas comunes, derechos sociales, etc.), pero para otros remite a historias sobre pérdida de identidad cultural, peligro exterior, intervención, debilidad del Estado-Nación clásico, etc. Todo lo cual quiere decir que unos y otros, al escuchar el término “Europa”, navegarán en campos semánticos distintos que les enviarán a representaciones mentales en las antípodas: unos verán, por ejemplo, la bandera azul con las estrellas doradas en puntos fronterizos sin control de pasaportes y otros verán caravanas de extranjeros cruzando su territorio. La diferencia se traducirá en actuaciones muy diferentes, entre ellas la dirección del comportamiento electoral, cuando la cuestión “Europa” se convierta en relevante.     


MATRÍCULA ABIERTA - CURSO EN PSICOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA DE LA FUNDACIÓN UNED