¿ES POSIBLE ALCANZAR LA FELICIDAD?
- Psicología Política
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En las ciencias sociales (dado que la “felicidad” no es algo que preocupe solo a los campos dedicados a la situación anímica) se sabe hace mucho que los sistemas de creencias, los bagajes culturales, etc. pueden actuar en contra del sujeto cuando se embarca en ese incierto viaje en donde la cultura de nuestro tiempo resume la búsqueda de la felicidad. ¿Es posible alcanzar la felicidad?
Vladimir Carrillo Rozo
Probablemente no exista una utopía psicopolítica de mayor calibre que esta búsqueda. De hecho, uno de los grandes logros de este tecno-lenguaje que inunda los tiempos posindustriales fue convencernos de que la felicidad puede convertirse en un proyecto individual que existe al margen de muchas nociones de lo colectivo. Este fin se vio continuado con la reconciliación del mito urbano de la felicidad con la propia crisis de los grandes relatos de la sociedad capitalista, a pesar de contradecirse profundamente.
Es decir, aquellas máximas del bienestar que caracterizan algunos de esos mensajes posideológicos de los recientes modelos de lenguaje, ¿realmente pueden engranarse con el mito del mercado como super-regulador de todos los aspectos de la vida social? ¿O con los dispositivos del consumo? Sobre esto recordemos que cuando no logramos sucumbir a los mandatos del consumo, a la exaltación emocional que le acompaña, experimentamos el comienzo de comportamientos que podríamos entender como desadaptativos.
Recordemos que el fin de la felicidad transmite al sujeto de nuestro tiempo toda la responsabilidad sobre sus procesos psicológicos. Pero el problema estriba en que la narrativa capitalista tiende a la articulación de dispositivos que permiten el dominio psicológico. Nuestra percepción, incluso, es un constructo fundamentalmente influido por las imágenes del mundo que admite el relato de la sociedad posindustrial.
Claro, diversas teorizaciones nos dicen que la impresión de realidad que tengamos puede controlarse con el fin de acercarnos a lo que entendemos como la felicidad. Por ejemplo, que todas las ideas que de forma más o menos obsesiva acuden a nuestra mente tienen que ser controladas e incluso rechazadas. Pero aquí debemos aclarar algo de la mayor relevancia: sí, el malestar, la inseguridad, los miedos, etc. nos están ocurriendo a nosotros. Pero divorciar estas situaciones anímicas del contexto socioeconómico y cultural que las encuadra no es más que un sofisma de distracción, una especie de juego de marketing político.
En efecto, podemos tener una cotidianidad insatisfactoria o rota en múltiples sentidos, pero podemos tener seguridad en que la situación anímica se ve grandemente influida por la precariedad, los bajos salarios, la incertidumbre o la crisis climática.
Sí, somos responsables de nuestra felicidad. Pero todo el entorno bio-psico-social donde estamos inmersos proporciona, de hecho, el contexto que permite existir al dolor o al malestar. Y esto convierte al “problema de la infelicidad” en una cuestión psicopolítica, por lo tanto también ideológica.
Naturalmente, aterrizar a la felicidad posindustrial y digital como una de las grandes ficciones simbólicas de esta época también obliga a debatir la relación de esa imagen feliz con las pasajeras descargas de placer físico y psíquico con las que contactamos a través de los dispositivos del consumo.
Desde mi punto de vista no es posible conseguir cambios en el sujeto que prácticamente se pretenden ontológicos ejerciéndose sobre mitos en crisis. En estas proporciones, lo que convierte en psicopolítico al “problema de la felicidad” es su sustantiva imposibilidad. Mucho más sin enfrentarnos a la ansiedad y depresión contemporáneas, por ejemplo, en la reconstrucción simbólica. La persecución de la felicidad es algo ciertamente cercano a la psicología de la comunicación política, un campo donde se encuentran pensamiento racional y pensamiento simbólico, donde todavía tenemos mucho por investigar. Recordemos, “Tenemos una segunda oportunidad bajo los cielos de la Tierra”.
Vladimir Carrillo Rozo es docente del programa en Psicología de la Comunicación Política de la Fundación UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Su último trabajo publicado es “Tenemos una segunda oportunidad bajo los cielos de la Tierra” (Kercentral Magazine, 2022).